Nota publicada originalmente por InfoRural. Disponible en: http://www.inforural.com.mx/estos-3-factores-estan-matando-a-las-abejas-en-la-peninsula
La reducción de las áreas forestales, aunada al uso de plaguicidas que afectan la salud de los insectos han contribuido a la disminución de su población y su productividad en la región.
Fenómenos como el aumento de la urbanización y el uso de tierras forestales para la agricultura, el cese de otras actividades agrícolas, el uso de plaguicidas y pesticidas y hasta la desnutrición son algunos de los problemas que aquejan a las abejas de la Península de Yucatán.
Estos fenómenos, deforestación, plaguicidas y desnutrición, se han manifestado en la reducción de población y hasta de producción de miel en la región. Entre 2012 y 2017, la producción de miel se redujo 12.9 por ciento en el país, de acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera.
En ese lapso, las mayores caídas, por encima del 50 por ciento, se dieron en los estados de Yucatán y Campeche, con 58.2 y 51.2 por ciento, respectivamente. Puebla, Guerrero y Jalisco también disminuyeron pero en menor medida, con 22.4, 10.4 y 2. 1 por ciento respectivamente.
Apicultores y especialistas en estos insectos coincidieron en que si bien no se trata de la única especie afectada por estos problemas, sí representan un problema mayor dado que son los principales polinizadores naturales.
Hasta 2013, se estimaba la pérdida anual de más de 80 mil hectáreas de selva en toda la región, con un promedio de entre 25 y 30 mil hectáreas por entidad, con mayor peso en Campeche, de acuerdo con un informe de la Alianza México para la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de 2015.
“La deforestación afecta porque tenemos que ubicar los apiarios más hacia el monte y esto implica mayor trabajo por la distancia”, comentó Leydi Pech, productora apícola de la comunidad de Hoplechén, Campeche.
Apenas en diciembre pasado, la Alianza para la defensa de la abeja maya presentó una serie de peticiones a las autoridades del nuevo gobierno, entre ellas la de declarar a la Península de Yucatán como zona de emergencia para las abejas.
La también representante de los apicultores de esa localidad en la Alianza apuntó que los procesos desorganizados de urbanización, la agricultura industrial de monocultivo y el uso de agroquímicos afectan a la fauna y la flora de la selva, lo que redunda en perjuicios a la alimentación y el propio sistema nervioso de las abejas.
Por ejemplo, citó los casos de las enredaderas como el tajonal, que crecía en las plantaciones de henequén y que servía para alimentar a los insectos. También destacó otras plantas enredaderas que se ven afectadas ya sea por los plaguicidas o pesticidas usados por los sembradíos de la zona.
“La urbanización, la construcción de diferentes viviendas ha hecho que tengamos la complicación de no tener estas plantas y lógicamente el cambio climático ha afectado gravemente, ¿qué pasa?, que la flor no tiene la humedad ni la temperatura adecuada para que pueda fluir el néctar”, detalló.
Relató que en su comunidad, estos factores, especialmente los agroquímicos, causaron pérdidas a algunos apicultores, entre ellos el caso de uno que pasó de tener mil 200 a solo 800 colmenas entre 2017 y 2018.
“Toda esa situación lógicamente le llamamos a nosotros a este evento que es un colapso, el colapso de las abejas, por todos lados se están viendo afectadas, no existe la vegetación como estaba, la situación de cambio propicia que no haya flujo de néctar, la situación de que no hay henequén ,por lo tanto no hay tajonal y si existiera, ha estado afectado constantemente por el uso de herbicidas, que afecta a que no haya esta vegetación”, dijo.
Otro de los problemas que aquejan a estos insectos es el uso de plaguicidas en la región.
La semana pasada, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió una recomendación a las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), así como al Sistema Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) y la Comisión Federal de Prevención de Riesgos Sanitarios (Cofepris) por “la omisión de las autoridades federales para adoptar acciones de carácter normativo, administrativo y de políticas públicas para regular adecuadamente el manejo de los plaguicidas altamente peligrosos, en todo su ciclo de vida”.
En la recomendación también se destaca que México tiene bajas restricciones a plaguicidas y pesticidas prohibidos internacionalmente. Por ejemplo, menciona que de 35 sustancias contra plagas restringidas por el Convenio de Rotterdam, México solo ha prohibido 20, condiciona el intercambio de 10 y no se ha pronunciado sobre cinco.
También resalta que de 17 pesticidas contemplados en el Convenio de Estocolmo, el país solo ha aceptado las condiciones de ese acuerdo para ocho de ellos.
El ingreso por la producción de miel y otros derivados del trabajo de las abejas para las familias campesinas de la región también es significativo. Tan solo en Yucatán se estima que hay más de 11 mil productores de miel, de las 42 mil familias que se benefician de esta práctica. De ellos, más de la mitad se trata de campesinos que también practican la apicultura, de acuerdo con cifras de la otrora Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Además, prácticamente dos de cada cinco kilogramos que se producen de miel en el país vienen de la región.
Nelly Ortiz, directora de Abeja Planet, una reserva para la protección de las abejas en Yucatán, resaltó que los insectos también padecen de desnutrición por la falta de plantas con las cuales alimentarse.
“Las abejas están desnutridas. Porque nada de lo que es natural puede suplir en la misma medida el alimento artificial. Como están desnutridas, en las abejas no se nota, pero sí notas el que no tienen la energía para moverse y lógicamente mucho menos para volar, entonces quién va a buscar el néctar. Esto también provoca que se vuelvan más susceptibles a las plagas y a las enfermedades”, refirió.